lunes, 14 de abril de 2014

Demagogia, populismo, retórica, política... gangrena lingüística.

Hola a tod@s.

Escribo esto después de comprobar una vez más lo ridículo de los debates y las tertulias políticas.

Hoy no he podido evitar llegar a la conclusión de que estamos atados de pies y manos por el lenguaje, por palabras que nos atan como cadenas.

Se puede decir que estas últimas legislaturas que he vivido en mis casi 25 años de existencia habrán sido las de los eufemismos: simulaciones en diferido, ejércitos de liberación vascos, desaceleraciones de la economía, crecimientos moderados de salarios, movilidad juvenil y todo aquello que no es cierto salvo algunas cosas que son verdad... o como se diga.

Trucos lingüísticos que convierten al político en alguien que dice lo que no piensa y piensa lo que no dice... o que no dice lo que piensa... o como sea.

En suma, todos esos trucos convierten al político en un mentiroso en potencia desde el minuto 0.

Pero como somos unos borreguitos dulces, dóciles y bien amaestrados, callamos boca y, por miedo a otra dictadura, les seguimos votando porque son el mal menor.

La derecha tiene un insulto de oro puro. Una acusación a la que poco le cuesta salir de los labios de los tertulianos de pacotilla a los que tanto escuchamos: demagogia.

¿Se defienden los intereses del pueblo?
¡¡¡DEMAGOGIA, SEÑORES, DEMAGOGIA!!!
¡¡¡POPULISMO!!!
¡¡¡MARXISMO!!!
¡¡¡COMUNISMO!!!

Vamos a ver, un segundo.

Según la RAE, la demagogia es:

1. Práctica política consistente en ganarse con halagos el favor popular.
2. Degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder.

Bueno, pues básicamente todas las campañas electorales son demagogia.

Y me sorprende que se critiquen la demagogia y el populismo y que, en cambio, se premien la búsqueda del interés personal del propio político, el enriquecimiento indebido, el fraude, etc, etc, etc.

La última vez que me fijé, el pueblo es quien elige al político (aunque todos sabemos que lo que llaman "democracia" no es sino una dictadura encubierta legalizada por un voto cada 4 años), así que no veo que hay de malo en contentar al pueblo, al fin y al cabo, es la mejor campaña electoral: "lo he hecho de maravilla, así que vuélveme a votar".

Quizás sería hora de que los políticos fueran un pelín más demagogos, en el sentido de buscar contentarnos y complacernos, y menos interesados a la hora de hacer las cosas.

Después de todo, si fueran un mínimo de inteligentes, ya que taaaaaanto apego le tienen al poder, gobernarían como Dios manda y contentarían a su pueblo. ¡Os juro que sería la mejor campaña electoral: los hechos, los logros del propio político, una campaña INEXISTENTE porque INNECESARIA!

Pero, como somos así de borregos, preferimos los juegos de poder repletos de eufemismos y de sofismos, un debate donde no entendemos nada, nosotros, el pobre pueblo llano analfabeto, mientras a ciegas seguimos votando a quien nos da la patada y que sólo busca tenernos controlados mientras, desde su lejana esfera celeste, trabaja duro para forjarse una fortuna a espalda de quienes les votamos.

Gangrena.
Simplemente... gangrena.


Ni loi, ni Dieu, ni maître: l'État, c'est moi!