sábado, 13 de diciembre de 2014

Patriotismo

¡Ya estoy aquí para despotricar un rato más!

Hoy hablaré del tema Marc Márquez y compañía.

He oído de todo acerca del tema, y más aún viviendo en Andorra, donde piensa residir el piloto en cuestión.
Desde España veo que muchos nos piden que le dejemos tranquilo y le dan la razón, alegando que con lo que se cobra de impuestos ellos también se vendrían a vivir y a tributar a Andorra o a Suiza.
Desde Andorra, más de lo mismo, alegando que parece que nos moleste que vengan deportistas de élite a residir en el Principado.

Me parece una posición extremadamente antipatriótica. 

Sería inútil acusarme de comunista con esto que diré, puesto que el patriotismo, la última vez que me fijé, era una virtud ampliamente valorada por la derecha más rancia y casposa.

Aquí vuelvo a lo de siempre: no es lo mismo envolverse en una bandera (id est "ser un patriotero") que amar a un país (id est "ser un patriota").

Puedo llegar a comprender (aunque a mí personalmente me repugna) que uno se sienta realizado al envolverse en una bandera, levantar manos derechas hacia un aguilucho, cantar el "Cara al Sol" y sentirse orgulloso de ser de un país, pero eso no es ni de lejos ser un patriota. Eso es ser un fantasma.

Patriota es el que tributa en su propio país y pone su riqueza al servicio del resto de la población que no puede contribuir tanto como él, para construir juntos un futuro agradable para todos, no el que se larga a tributar menos a otro país y es del suyo cuando le toca (id est durante las competiciones deportivas).
Patriota es el que pone orden en un sistema tributario repleto de trampas y amaños diseñado para que los ricos no paguen nada y los pobres todo el resto.
Patriota es el que consigue que quien gane más contribuya más, el que logra que todos demos algo nuestro para alcanzar un futuro que sea nuestro, de todos, puesto que esa es la finalidad de las arcas del Estado.

No es cuestión de ser capitalistas o comunistas, es cuestión de tener sentido común: decía mi abuela que "donde se saca y no se le mete pronto se le ve el fondo". Más simple, imposible.

¿Y quién sabe? Quizás no haría falta subir impuestos si cada uno tributara realmente de acuerdo a sus posibilidades en lugar de trampear para no pagar o mangar dinero de las arcas públicas y que luego queden agujeros e impagos.

Por eso, muy mal hecho, Marc Márquez, Arancha Sánchez-Vicario y compañía. Si sois de España, tributad en España y trabajad en España. Pero si vais a tributar fuera, no volváis, haceros de allí y trabajad allí.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Atavismo, corrupción, hipocresía y masoquismo

Ah, la corrupcion...

Esa enfermedad que "afecta sólo a unos pocos", el ébola de la política, por llamarlo de algún modo.

Prefiero mil veces la apelación de "gangrena de la sociedad", pero la auténtica manera, creo, de llamar a esto es "farsa". Una enorme farsa.

Una farsa que, parece ser, nos da absolutamente igual.

Este mediodía he oído a un tertuliano introducir un elemento la mar de interesante: sólo se ha denunciado la corrupción al estar el populacho en situación de pobreza.
Eso querría decir que toleramos la corrupción tanto tiempo como nos beneficie. De ahí que haya usado la palabra "atavismo" en el título, de la cual el diccionario de la RAE da unas definiciones muuuuuuuy interesantes que le van como anillo al dedo a "esta España mía, esta España nuestra":

1. Semejanza con los abuelos o antepasados lejanos
2. Tendencia a imitar o a mantener formas de vida, costumbres, etc., arcaicas.
3. Reaparición en los seres vivos de caracteres propios de sus ascendientes más o menos remotos.

Dicho de otro modo, "la cabra siempre tira p'al monte". Volvemos también al apelativo de "gangrena", porque serlo, lo es.
Es de una hipocresía magna pretender acabar con la corrupción cuando todos nos hemos vendido en un momento u otro. Es aquello del que ve la paja en el ojo ajeno pero no la viga en el suyo propio.

¿Quiere decir esto que no hay que acabar con la corrupción? Por supuesto que no.
Pero, ¿somos capaces? Ni en nuestros sueños más delirantes. ¿Y por qué?
Echemos la vista atrás.

Por ejemplo, vayámonos a Cádiz, cuyas chirigotas nos hacen reír cada año.
Sieeeeempre se meten con la tal Teófila Martínez. ¿La han sacado del poder? No.

Vayamos ahora a Valencia, con los Fabra, la Rita Barberà y compañía.
¿Los han sacado del poder? No.

¿Y por qué no? Mi país, Andorra, es un país pequeño que, por desgracia, se inspira de España para todo, así que puedo imaginarme perfectamente por qué: "fulanito de tal me ha prometido un puesto de trabajo en tal sitio, así que le votaré, no sea que", "con lo que me ha ayudado menganito, mejor lo voto, no sea que".

Por eso digo: es imposible erradicar esto porque el que más, el que menos, está metido en un chanchullo de esta índole. "Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer", ¿no?

Podría extenderme y hablar de la apatía general del pueblo español, que se deja robar, engañar, defraudar, mentir, ridiculizar, juzgar y enjaular por una clase política a la que además aplaude. Somos el perfecto ejemplo del masoquismo, pero no os preocupéis: parece ser cosa del Mediterráneo o del sur de Europa: mirad si no Portugal, Italia y Grecia.
Parece ser que el clima nos hace dóciles, ingenuos, apáticos.
Como siempre, para encontrar señales de vida inteligente, hay que ir al norte de Europa.
Sí, a todos esos "guiris" de los cuales nos reímos como buenos mongolos. "El burro hablando de orejas", como se suele decir.

No sé, quizás el frío despierte más a la gente y el calor la adormezca.

Porque, si no, no me explico cómo el pueblo no ha salido a la calle y acabado con toda esta farsa a la cual encima tienen la desfachatez de llamar "democracia", como si lo fuera...

Anécdota curiosa: hace unos años, cuando cursaba mi año fallido de física en Francia (sí, ese país del que taaaaaaanto nos reímos, pero donde una matrícula te cuesta unos 400/500€ frente a los 1000/2000€ de España y donde te conceden ayudas mensuales para pagar el alquiler del piso), como estaba completamente adormecido en clase de física (¡dar clase de física a las 7:45 de la mañana, me perdonaréis, es un crímen se mire como se mire!), me puse a escribir una serie de frases que, a mi parecer, no tenían sentido, para echarme unas carcajadas silenciosas y amenizar la aburridísima clase.
Entre esas frases venía la siguiente: "¡El mundo se acaba! ¡Y yo con estos pelos! Pero no importa, ¡tengo vainilla en el congelador!".
No pensé que unos años más tarde esta frase acabaría adquiriendo tanto significado y describiendo a la perfección nuestra sociedad actual...

¿Qué solución queda, pues? Marcharse, diría yo, porque este país no ha tenido nunca remedio, no lo tiene ahora y no lo tendrá nunca. El día en que este país asombre al mundo por su inteligencia, dejará de llamarse "España".


viernes, 28 de noviembre de 2014

Podríamos (posible parte 1)

Je suis de retour! ("... Pour vous jouer un mauvais tour!", como dirían los Team Rocket franceses XDXD)

¡Ya vuelvo a estar aquí con mi descontento permanente y mi verborrea característica!
¿Qué queréis? Esas cosas tiene el paro.

Vengo a añadir mi voz a todo este revuelo que está provocando Podemos en la escena política.
Y lo veo todo como observador externo, desde Andorra como bien sabéis (o no sabéis, pero ahora lo sabéis si no lo sabíais).

De ellos se ha dicho de todo: marxistas, comunistas, bolivarianos, filoetarras, antisistema, utopistas, populistas, demagogos...
Mucha gente les tiene miedo, tiene miedo al eterno coco comunista (¡bonita aliteración!).

Yo voy a dar mi humilde opinión al respecto.

No me parece justa la doble vara de medir que se les está aplicando. Y me parece que la cosa va mucho más allá de si lo que ellos proponen es realizable o no, hay muchos más elementos y matices por analizar.

A mí lo que me da miedo es que se diga que es una blasfemia garantizar un sueldo mínimo a todo el mundo, adelantar la edad de jubilación, y negarse a que el pueblo pague una deuda que no ha contraído.

A mí eso es lo que me da mucho miedo, no Podemos y su programa.

Porque eso quiere decir que estamos a favor de ser unas marionetas de los mercados.
Porque eso quiere decir que se pone al capital por encima de las personas que lo generan.

Los economistas ponen el grito en el cielo (y el elemento más esperpéntico de ello es el señor José Carlos Díez, que me ha caído a los pies en cuantísimo le ha venido esa fijación obsesiva que tiene con Podemos).
¡¡¡POR SUPUESTO QUE LOS ECONOMISTAS PONEN EL GRITO EN EL CIELO!!!
Vamos a ver, os voy a dar la noticia del día: ¿de qué corriente económica son los economistaaaaaaaaas?
¡¡¡Capitalistas!!! ¡¡¡POR SUPUESTÍSIMO, entonces, que van a poner el grito en el cielo; y el que piense lo contrario es un ingenuo sin esperanza!!!

¡Aquí cada uno quiere defender su chiringuito, así que POR SUPUESTO que se ponen a temblar!
¡Por supuesto que da miedo que venga alguien y te cierre el grifo de donde manaban comisiones, especulaciones, concesiones a puerta cerrada, corrupción y otros escándalos!
¡Por supuesto que da miedo que venga alguien a meter orden! ¡NO QUIEREN que se meta ese orden!

Porque, claro, entonces dejo de ganar pasta, y si dejo de ganar pasta, pues caca.

Y luego llega lo de la deuda. Creo recordar que Podemos usa la metáfora de lo del bar, ¿no? La de que si tú te tomas un café y llega otro al lado y se toma un gin tonic, tú no tienes por qué pagar el gin tonic del vecino. Ahí estoy de acuerdo. ¿Por qué tendría el pueblo que pagar los excesos de unas cajas de ahorros que han jugado con nuestro dinero para hacer negocios sucios y encima idiotas, puesto que han tenido que ser rescatadas?

Ya, pero y si no pagas esa parte de la deuda, ¿qué?
Mirusté, que cada uno pague lo que le corresponde.
La parte de la deuda que sea del pueblo, como es lícito, que la pague el pueblo.
Pero la que sea de los bancos, que la paguen los bancos.
Miren ustedes a Islandia (cómo no, hay que irse al Norte para encontrar señales de vida inteligentes... et TOC!): tan mal no les va, ¿no?

Ah, claro, pero es que si aprietas, luego los bancos se largan.
¿Y qué hacemos, callar y dejárnosla meter por el c***? ¡Qué valientes!
Ah, no, ya, es que si nacionalizas y sometes a reglas, ya, caca, eres un marxista de mierda proteccionista y vas a llevar al país a la ruina.

¡Bueno, señores, no soy un lumbreras, pero lo del "laissez faire, laissez passer", ya están viendo ustedes que... bien, bien lo que se dice bien... no ha ido! ¡Hombre, pa' los bancos, pojlaro, forrándose a costa de los ahorros del pueblo llano, bien sûr! Algo habrá que hacer, ¿no?

Hay que dejar a un lado ya la hipocresía que reina en el ambiente, donde el capitalismo más desenfrenado es el cielo y las normas el infierno comunista más absoluto.
Capitalismo, je veux bien, pero con normas. Porque eso de que, con tal de ganar pasta, todos los medios son buenos, ehem... no comulgo tanto.

Hay que tener en cuenta a quien genera toda esa riqueza: el pueblo.
Ese pueblo que se levanta temprano para ir a las fábricas (los dichosos que pueden, por desgracia), a los hoteles, a los bares, a los restaurantes, a la obra, a mil y un puestos de trabajo diferentes para que la economía funcione.
Pero estaremos de acuerdo que no puedes hacer funcionar una máquina que se basa en que el populacho consuma despiadadamente... si a ese populacho le cierras el grifo de la pasta. Sin pasta, no hay compras.
Sin compras no hay ganancias. Alors, à vous de voir, messieurs-dames! Es de cajón y no hace falta ser un catedrático en economía pa' entenderlo.

Y te dirán: ¿de dónde sacas el dinero para financiar todo eso, listillo?
¡Pues mira, intento nº1: no gastes un dinero que no tienes y verás como no te endeudas! Tomen nota de ello todos esos artífices de aeropuertos vacíos y demás boberías ingeniadas por la mente española.
¡Intento nº2: recorte bestial en sueldazos y comisiones de banqueros, empresarios, políticos y un laaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaargo ETC que lleva mucho tiempo "cobrando por encima de sus posibilidades", verás cómo te queda un pelín de pasta!
¡Intento nº3: haz que todos esos corruptos devuelvan lo que se han llevado, que con todos los que son y los que quedan por ser, te saldrá pasta hasta de debajo de las piedras!

¡Huy, señores, las posibilidades son numerosas! Falta el coraje de aplicarlas. Los huevos, hablando en plata.

¡Por eso, ya que Podemos, también Podríamos, oigan!

Podríamos... dejarnos de tantas leches y tanto miedo.
Podríamos... dejarnos de pseudodebates predecibles "rojos vs fachas".
Podríamos... dejarnos de hipocresía.
Podríamos... dejarnos de Adanes y Evas, y de Grandes Hermanos, y ponernos a currar.
Podríamos... pero no queremos.

De modo que queramos poder. Deberíamos querer poder. Y poder, señores... Podemos. 

Así que Podamos.



lunes, 14 de abril de 2014

Demagogia, populismo, retórica, política... gangrena lingüística.

Hola a tod@s.

Escribo esto después de comprobar una vez más lo ridículo de los debates y las tertulias políticas.

Hoy no he podido evitar llegar a la conclusión de que estamos atados de pies y manos por el lenguaje, por palabras que nos atan como cadenas.

Se puede decir que estas últimas legislaturas que he vivido en mis casi 25 años de existencia habrán sido las de los eufemismos: simulaciones en diferido, ejércitos de liberación vascos, desaceleraciones de la economía, crecimientos moderados de salarios, movilidad juvenil y todo aquello que no es cierto salvo algunas cosas que son verdad... o como se diga.

Trucos lingüísticos que convierten al político en alguien que dice lo que no piensa y piensa lo que no dice... o que no dice lo que piensa... o como sea.

En suma, todos esos trucos convierten al político en un mentiroso en potencia desde el minuto 0.

Pero como somos unos borreguitos dulces, dóciles y bien amaestrados, callamos boca y, por miedo a otra dictadura, les seguimos votando porque son el mal menor.

La derecha tiene un insulto de oro puro. Una acusación a la que poco le cuesta salir de los labios de los tertulianos de pacotilla a los que tanto escuchamos: demagogia.

¿Se defienden los intereses del pueblo?
¡¡¡DEMAGOGIA, SEÑORES, DEMAGOGIA!!!
¡¡¡POPULISMO!!!
¡¡¡MARXISMO!!!
¡¡¡COMUNISMO!!!

Vamos a ver, un segundo.

Según la RAE, la demagogia es:

1. Práctica política consistente en ganarse con halagos el favor popular.
2. Degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder.

Bueno, pues básicamente todas las campañas electorales son demagogia.

Y me sorprende que se critiquen la demagogia y el populismo y que, en cambio, se premien la búsqueda del interés personal del propio político, el enriquecimiento indebido, el fraude, etc, etc, etc.

La última vez que me fijé, el pueblo es quien elige al político (aunque todos sabemos que lo que llaman "democracia" no es sino una dictadura encubierta legalizada por un voto cada 4 años), así que no veo que hay de malo en contentar al pueblo, al fin y al cabo, es la mejor campaña electoral: "lo he hecho de maravilla, así que vuélveme a votar".

Quizás sería hora de que los políticos fueran un pelín más demagogos, en el sentido de buscar contentarnos y complacernos, y menos interesados a la hora de hacer las cosas.

Después de todo, si fueran un mínimo de inteligentes, ya que taaaaaanto apego le tienen al poder, gobernarían como Dios manda y contentarían a su pueblo. ¡Os juro que sería la mejor campaña electoral: los hechos, los logros del propio político, una campaña INEXISTENTE porque INNECESARIA!

Pero, como somos así de borregos, preferimos los juegos de poder repletos de eufemismos y de sofismos, un debate donde no entendemos nada, nosotros, el pobre pueblo llano analfabeto, mientras a ciegas seguimos votando a quien nos da la patada y que sólo busca tenernos controlados mientras, desde su lejana esfera celeste, trabaja duro para forjarse una fortuna a espalda de quienes les votamos.

Gangrena.
Simplemente... gangrena.


Ni loi, ni Dieu, ni maître: l'État, c'est moi!

miércoles, 19 de marzo de 2014

Todos somos antisistema

Je suis de retour!

He vuelto para molestaros un poco más y pienso quedarme ;)

Hoy escribo por eso de las marchas de la dignidad que estoy viendo en toda España.

No para criticarlas, pero sí para dejar clara una cosa, una reflexión que he tenido, así, de golpe, y que voy a tratar de explicitar (seh, así funciono, por suerte o por desgracia!).

Viendo un programa de la Cuatro (mirad si estoy al tanto que no me sé ni el nombre!) he visto una entrevista a una señora de la marcha de la dignidad que decía venir de Murcia.
Cuando le han preguntado si era una antisistema, la señora ha tratado de explicar que no lo era, y en su explicación se notaba un deje de incomodidad, como diciendo implícitamente "no me asocies con esos cerdos violentos, yo soy una señora de bien".

Y eso me ha hecho reflexionar. ¿Qué es un antisistema? ¿Qué imagen tenemos de ellos?

Nos quedamos siempre con lo superficial y renunciamos a lo profundo.

Si os digo antisistema, todos os imaginaréis al joven con look algo tiradillo, sudadera, rastas o pelo rapado, capucha, gorra y cara tapada, tirando cócteles molotov a la policía y destrozando mobiliario público.

Los actos, la forma, se hacen más importantes que el fondo, el mensaje que se quiere transmitir.

Y nos los imaginamos como a seres violentos, anárquicos por definición, que van a joder las manifestaciones... básicamente porque sí, sin más motivo aparente que el hecho de que odian "al sistema", y por extensión "todo sistema", porque les gusta el caos. (Nota graciosa: el corrector ortográfico me señala "caos" como incorrecto, ¿será que el perfecto ordenador o la perfecta Internet no conciben que exista algo opuesto al orden? XD)

Volviendo al tema, que nos los imaginamos caóticos por naturaleza, como si no pensaran más que en joder manifestaciones porque sí.

Pensemos. "Antisistema" significaría algo así como "opuesto al sistema", "en contra de lo preestablecido".

Parémonos a pensar. Hagamos abstracción de unos medios de comunicación que nos los diabolizan constantemente y nos los presentan como a unos peligrosos gamberros de la peor calaña.

Pensemos.
¿Estamos nosotros de acuerdo con el sistema?

¿Estamos de acuerdo con un sistema que castiga al pobre, al inteligente, al honrado y al talentoso y que premia al ladrón, al deshonesto, al estúpido, al ignorante y al inútil?
¿Estamos de acuerdo con un sistema que castiga al que paga sus impuestos y que ofrece total impunidad al que defrauda?
¿Estamos de acuerdo con un sistema que permite que políticos, banqueros, monarcas y lo que la vaca da estén todos, TODOS, implicados en casos de corrupción?
¿Estamos de acuerdo con un sistema que hace de nosotros títeres de los mercados mientras nos vende las mentiras de la democracia y de la paz?

Dudo mucho que estemos de acuerdo, a menos que algunos de vosotros seáis masoquistas o carezcáis de voluntad, que también puede ser.

Si no estáis de acuerdo, vosotros también sois antisistema.

Cierto es que no quemáis contenedores ni coches ni agredís a policías.

Pero os oponéis a este sistema, ¿cierto? No estáis de acuerdo, ¿verdad?

Quizás, precisamente, haría falta que fuéramos todos un poquito más antisistema en este país para que cambiaran las cosas, en lugar de ser tan santurrones conformistas, beatos y adictos a los realities y al Sálvame...

¿Quién es el auténtico enemigo?
Pensadlo bien.


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lunes, 24 de febrero de 2014

#OperacionPalace: el triunfo del orgullo herido y del borreguismo

Desde anoche no se habla de otra cosa.

Sea como fuere, el mockumentary "Operación Palace" de Salvados no ha dejado a nadie indiferente.

Jordi Évole se la ha jugado de una manera bestial, ganándose a muchos enemigos entre los que antes le apoyaban, y se ha sacrificado a sí mismo y a su credibilidad como periodista con tal de transmitir un mensaje.

Y a fe lo que ha logrado.

¿Qué mensaje, decís? Pues que somos idiotas.

Lo ha dejado plasmado.

Ha sido un experimento televisivo con un éxito rotundo.

Yo admito sin sonrojarme que me lo he tragado todo de pe a pa a pesar de las muchas incongruencias y de los argumentos descabellados tipo "la caja blanca" y lo de Garci como director de la farsa, y que al final se me ha quedado cara de imbécil al ver que todo era mentira.
En mi orgullo, y como buen Tauro tozudo que soy, hasta llegué a pensar que el "disclaimer" final era una manera para Évole de salvarse el culo para evitar persecuciones, alegando que lo dicho era falso pero habiendo tirado los dardos envenenados igualmente. A gusto del consumidor creérselo o no.

Pero lo cierto es que Évole ha ido mucho más allá.

Ha revelado lo sumamente mongolos, borregos e ingenuos que llegamos a ser.

Enseguida se ha llenado Twitter de posts desagradables contra Jordi Évole y su equipo, alegando que era de mal gusto emitir un programa así, que ha salido en defensa del rey, que no está el país para estas cosas, que o cuentas la verdad o te callas, que ha jugado con las personas que lo vivieron y que pasaron miedo...

Mis padres lo vivieron, lo vivieron jiñados como todos los demás. Pero no por eso se indignaron.

No, la causa del enfado es mucho más profunda que eso.

No seamos imbéciles, es el 23-F. Todos esperábamos un programón que fuera a desvelar todas las mentiras del 23-F, las que nunca sabremos (¿o quizás ya las sabemos?), queríamos que nos dijeran que el rey lo había planeado todo, queríamos tumbar mediáticamente al rey.

¿Por qué? Porque estamos hasta los cojones, con perdón de la expresión.

Pero no ha sido así. Nos han pintado al rey como responsable de la farsa para luego desmentírnoslo (o eso parece).
No sólo no se ha denunciado nada sino que encima se han quedado con nosotros durante una buena hora y media y nos han dejado claro lo fácil que llega a ser manipularnos como a marionetas inocentes.

Nos han llamado "gilipollas" en toda la cara.

Y, con lo fantasmas que llegamos a ser los españoles, eso nos ha sentado como una patada en el culo.

¿Solución? La de siempre, la especialidad del español: la calumnia y el insulto.

El eterno blablablá sin acciones que nos caracteriza, la rabieta de cerveza y tapas en el bar que del bar nunca sale, por desgracia.

Esperábamos que alguien, alguien (por ende, no nosotros) desvelara los trapos sucios de la casa real en una acción que justificara un alzamiento popular contra el rey.
Esperábamos que alguien nos salvara mientras nos quedamos, para variar, de brazos cruzados viendo la tele y tuiteando.

Habíamos puesto en Évole la esperanza, como los borregos que somos, y como los borregos que somos, nos hemos visto engañados.

No nos entra que con desvelar trapos sucios no basta, que sólo denunciando injusticias las cosas no cambian.
No nos entra que hay que actuar.

Sólo Ucrania parece haberse dado cuenta de ello en Europa.

Mientras tanto, en España, no salimos de nuestra ensoñación.

Si quieres cambiar las cosas, debe derramarse sangre. Del pueblo y de los poderosos.
No hay otra vía, y el que te la venda te está mintiendo.

Tanto tiempo como no estemos preparados para luchar físicamente, para herir y que nos hieran, para matar y que nos maten, nada cambiará.

Si no estamos preparados para luchar y morir por lo que queremos, señores, no tenemos derecho a quejarnos.

Y la culpa no es de Jordi Évole por mentirnos.
La culpa es nuestra por tragárnoslo como borregos ignorantes.

Un señor aplauso, Jordi.

Sólo rezo para que no sea en vano esto que has hecho (aunque mucho me temo que lo será).


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martes, 14 de enero de 2014

Un solo país, varias realidades

Hoy me uno a todo el revuelo mediático que ha creado la rebelión de Gamonal en Burgos.

Y lo hago compartiendo con vosotros mis reflexiones acerca de lo que está pasando y de la apatía en la que parece verse sumido el pueblo español, la falta de una revolución.

Pasando del rollo de que si España es rancia o no, medica o no, el que os metí no hace mucho, he leído otra teoría interesante.

Ésta acusa el exceso de información al que nos vemos sometidos y alega que, si antaño se creía que saber la verdad era vital para que las cosas cambiaran, ahora hemos pasado al punto opuesto en el que saber la verdad ya no nos hace reaccionar.

En suma: nos da igual.

A esta teoría, que mi cerebro aún sigue analizando entre bastidores, se añade otra visión que no puedo evitar analizar.

Soy una persona a la que le gusta observar y analizar lo que ve.

Y lo que veo son distintas realidades y distintas prioridades para España y los españoles, hasta el punto de ya no tener tan claro cuál es la auténtica situación en España.

Yo vivo en Andorra, y desde ahí observo cómo evoluciona España.

Contrariamente a lo que os trataron de vender en "Callejeros", Andorra no es el país del lujo y la fiesta.
Es un país suspendido en el tiempo que por desgracia se inspira de España para su evolución.

En suma, Andorra es a Barcelona lo que fueron los países satélite a la URSS.

Y como en Andorra dependemos del turismo para vivir, vemos a los turistas que nos visitan.

Y estas vacaciones de Navidad he visto muchos, muchos, muchos muchos españoles. Llegaron a Andorra para la Purísima y casi que se quedaron hasta Reyes. Era increíble la cantidad de españoles que llegaron a comprar de todo, y de toda España: Valencia, Extremadura, Aragón, Cataluña...

Y claro, uno no puede evitar recordar esa otra realidad de familias desahuciadas viviendo de la caridad.

Y uno se termina preguntando qué realidad prima realmente en España. ¿De qué hay más? ¿Cuál de los dos impone su criterio por encima del otro?

Luego está el que unos hablan de recuperación económica. Sí, claro, en la bolsa, en el mundo de los inversores que nos han rebajado a la categoría de país de esclavos/mano de obra desesperada y barata, similar a China. ¡Curiosamente, los capitalistas neoliberales nos han convertido en un país similar a un país comunista, según dicen! ¡Ironías de la vida!

Otros, en cambio, no la ven por ningún sitio, a esa recuperación económica, esa luz al final del túnel. El pueblo llano, sacrificado en el altar de la bolsa para aplacar la ira de los dioses inversores.
Y entonces volvemos a mi reflexión sobre Andorra y la abundancia de turistas españoles.

¿Qué factor tiene la culpa de la apatía española?

¿El exceso de información?
¿La cultura en sí?
¿O quizás es porque aún no hay suficientes personas en situación de desesperación y que, mientras abunden aquellos que "se las pueden apañar" para venir a Andorra a comprar, no cambiarán las cosas porque no nos atañen directamente?

Como veis, un solo país, pero distintas realidades.

Un rompecabezas que hay que resolver y pronto.



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viernes, 10 de enero de 2014

Campofrío vs la virtud de saber cuestionarse

¡Volvió el gruñón de turno, yaaaaaaay!

Cuando publiqué el otro día mi entrada sobre el golpe de Estado perpetrado con fría precisión por los mercados, recibí un par de comentarios de mi querido amigo Carlos (@trust_metal en Twitter, que además de ser todo un intelectual, escribe y muy bien, tiene dos novelas en línea, de las cuales una saldrá publicada pronto!).
Me decía dos cosas: que había mucha verborrea al principio ("¡En mi clase NO! ¡PONTE a hacerlo!") y que en España existe una costumbre "culta" (en el sentido en que el intelectual se las da de intelectual, o así lo entendí yo) de criticar la manera de ser española.

Como soy una persona a la que le gusta reflexionar sobre lo que le dicen y formarse una opinión al respecto, he estado pensando y creo que, justamente, en mi modesta y humilde opinión, abunda lo contrario: la costumbre de enaltecernos y de creer que somos la rehostia en bicicleta.

Estoy de acuerdo en que somos el país de la pasión y la alegría de vivir, en eso creo yo que no nos gana nadie.
Y tenemos una cultura riquísima, ya sea literaria, musical, artística, teatral, lingüística, e incluso culinaria (dieta mediterránea tan exportada y demás).
Nuestro idioma es hablado por millones de personas en el mundo.

Pero no nos engañemos: la era de la España ilustre y respetada en donde nunca se ponía el Sol hace siglos que se acabó. Y nosotros nos hemos dormido en los laureles.

Campofrío ha sacado un anuncio este año ensalzando esa forma de ser que nos caracteriza, con sus pros y sus contras, esa forma de ser que no tiene nadie más, que es tan nuestra.
Estos pros y estos contras se han ensalzado como bálsamo para tanta publicidad negativa, para tratar de aliviarnos a nosotros mismos frente al aluvión de críticas que nos llueve, desde fuera como desde dentro.

Comprendo que son tiempos muy difíciles, y a nadie le gusta que lo critiquen, y que le regalen el oído a uno gusta y mucho.
Pero sinceramente así no se solucionan las cosas.

"Así somos, y hay que aceptarlo", dicen muchos.

Estoy de acuerdo. Pero eso es sólo la mitad del proceso en sí.

En el recorrido de la evolución personal, primero hay que aceptarse tal y como uno es, con sus virtudes y sus defectos, y el siguiente paso, una vez que nos hemos aceptado, es tratar de mejorar y de ser mejores personas día a día.

Así funciona y no tiene más misterio.

Está muy bien que reconozcamos que tenemos cualidades y virtudes que nos hacen únicos.

Pero está doblemente bien reconocer nuestros defectos, porque cuando se reconocen se pueden corregir y erradicar.

Los que nos empeñamos en criticar a España y a los españoles no lo hacemos por ánimo de hundir la moral ni porque nos creamos más cultos que el populacho (aunque decididamente nos lo están poniendo cada día más fácil, las cosas como son :P).
Criticamos porque nos importa España. Porque aunque nos avergoncemos profundamente de que nuestros conciudadanos puedan llegar al extremo de ser tan cabezotas, ignorantes, conformistas, rancios y barriobajeros, queremos y deseamos que algún día todos podamos aprender juntos y mejorar, y ser mejores, ser ciudadanos cultos, leídos y dignos de admiración, que saben lo que quieren, que no toleran excesos ni conductas irresponsables por parte de políticos.

Deseo ver a una España que se deje de Messis y Cristianos, de PPs y de PSOEs, de CIUs y de PNVs, de Belenes Estébanes y de Karmeles, de toreros y tonadilleras, de Sálvames y de Intereconomías.
Una España de españoles cultos, patriotas (que no patrioteros, id est, de gente que amen a su pueblo sin necesidad de envolverse en banderas para hacerlo y sin importar casta política) y decididos que luchen por lo que aman, que sean honestos y humildes y con esa alegría de vivir tan nuestra.

Y por ello seguiré sacándoles punta a los españoles como el niño malcriado español/cátaro/semifrancés y ángel caído del cielo que soy, hasta que consiga que al menos alguien se cuestione, ya que es una auténtica virtud, la de cuestionarse.

Ayuda mucho a evolucionar.


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miércoles, 8 de enero de 2014

Me quito el sombrero

De verdad que la maniobra de las autoridades financieras y de los mercados rezuma una cruel elegancia y una precisión diabólica de tan minuciosa.

Ha sido una maniobra tan, tan impecable que da pavor, uno se siente un ignorante David frente a un enorme Goliath.

Es el triunfo del miedo común al cambio, el miedo al progreso, el miedo a lo desconocido.
Un miedo que nos han infundido, como un cuento de hadas que nos hemos creído a pies juntillas.
Acurrucados en ese miedo hemos tolerado mucho, demasiado y por demasiado tiempo.
Tanto que puede hacerse imposible dar marcha atrás... o por lo menos muy improbable.

"Poderoso Don Dinero", que "no tiene amigos", que "no tiene alma" y que "da la felicidad" aunque muchos hedonistas de armario se empeñen en negarlo.

En nombre de este nuevo y a la vez tan antiguo Dios, muchos se han sacrificado voluntariamente en el altar, perdido dignidad, derechos, respeto y vergüenza (si es que alguna vez de eso tuvieron), mientras que otros indignos esclavos, miserables y desvergonzados, han sacrificado a otros en pro de dos sencillos objetivos: el dinero y el poder.

Y a fe que lo lograron.

Gobernaban antes, pero la crisis económica los ha asentado con más firmeza en sus tronos si cabe.

En nombre de la crisis, que se ha jugado única y exclusivamente en los mercados, se ha destruido todo avance logrado en los últimos siglos.

Y digo bien "única y exclusivamente en los mercados".
Si no, que alguien me explique por qué sólo las pérdidas y no las ganancias se han traducido en cambios en nuestra economía, demasiado a menudo para peor.
Porque, si eso no es por elección de los propios mercados para que el populacho pague la crisis que ellos mismos crearon, me traiciona mi razón.

Cómplices de un siniestro y maquiavélico complot, políticos y banqueros han tejido una compleja tela de araña de mentiras vestidas con la dignidad glorificante de la diplomacia política en la esfera internacional para llevar a cabo el más eficaz, silencioso y por ende elegante golpe de Estado frente a nuestros propios ojos.

Y nosotros, el populacho, la plebe de siglos ha, nos hemos convertido en cómplices de dicho golpe mediante nuestro silencio.

En nombre del conformismo, del miedo a algo peor, del miedo a progresar, del miedo a la cárcel, a la tortura, a la muerte - en suma, a la lucha - hemos tolerado y avalado dicho golpe de Estado de forma legal, haciendo imposible acabar con esta trampa por vía legal.

Y los pobres intelectuales que aún tienen voz para hablar o dedos para teclear se rompen los cascos tratando de hallar una forma amparada por la ley de acabar con esto... salvo que no la hay.

La propia ley ha sido diseñada para tal fin, el propio sistema ha sido diseñado para tal fin.

Y su arma más terrible... somos nosotros, el populacho.
El mismo populacho, bruto e ignorante, con casco y porra, que libera su sadismo reprimido aporreando a los de su misma calaña, ajeno a todo debate, como un perro amaestrado para lamerle la pata a su amo y gruñirle al desconocido.
El mismo populacho barriobajero y mentecato que tachará de "radicales", "comunistas", "antisistema", "maleducados", "Rojos" y demás epítetos de mismo colorido a los que forcejean en vano por salir de este círculo vicioso y que los abandonará para cambiar al canal ese de televisión en el que varias barriobajeras se tratan de lumis y se insultan.
El mismo populacho patriotero y ultracatólico que se dará golpes de pecho en misa y se envolverá en su bandera, listo para responder dócilmente a las provocaciones de los medios de comunicación y politicuchos de segunda y provocar aún más tensión entre Comunidades Autónomas mientras su Patria, su verdadera Patria, que somos nosotros, las personas, y no el territorio, se ve mutilada y día a día asesinada, envenenada por tanta apatía.
El mismo populacho de bar y tapas, de alcohol y fiestas, de "furbo" y peñas que acudirá al estadio a ver corretear a cuatro mamarrachos extranjeros y darle patadas a un balón, viéndolo con tanto fervor como si se tratara de la ceremonia de entrega de los Premios Nobel mientras subvenciona a cuatro magnates que le roban descaradamente el dinero.

En suma: somos nuestro propio enemigo.

En otro país del mundo cabría la esperanza de salir del círculo vicioso.

Pero no en España, en esa España rancia, medieval, ignorante, ultracatólica, barriobajera y conservadora que con tanto ahínco nos hemos esforzado en salvaguardar... por los siglos de los siglos, valga la ironía.

Por ello, por la magnitud del engaño, la perfección de la maquinaria, y su infalibilidad... me quito el sombrero.

Chapeau!

Chapeau, porque ha sido una maniobra de una exquisitez asombradora!



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